Podríamos preguntarnos cuánto cuesta un implante dental o mejor aún, cuál es su valor real. Porque como dice el famoso poeta “no hay que confundir valor y precio”. La pregunta correcta no debería ser cuánto pagamos, sino cómo nos beneficiamos al reponer una pieza dentaria que ha tenido que ser extraída porque no quedaba otro remedio que hacerlo.
En primera instancia, perder elementos de la dentadura afecta a la masticación. Con todos nuestros dientes podemos procesar la comida en la boca más finamente; es decir, los alimentos que van al estómago quedan mejor deglutidos facilitando el proceso de agitación y mezcla con los jugos gástricos.
Pero ese no es el único beneficio asociado. Al extraer un diente, los demás tienden a moverse de su posición, produciendo problemas de oclusión dental y acentuando el efecto sobre la trituración, por las demás piezas involucradas. Colocando implantes dentales se hace el trabajo de llevarlos nuevamente al lugar original y estabilizarlos, al rellenar el espacio hueco a partir de la misma base.
Al dejar la dentadura con espacios vacíos, la estética también se afecta porque al perder hueso en las mandíbulas el contorno del rostro se hunde por encima de esa zona. Y puede que no lo digamos, pero nos afecta psicológicamente, sobre todo si los faltantes son incisivos o caninos, altamente notorios a la hora de abrir la boca, hablar o sonreír. Esos piezas faltantes se celebran solo a los niños que están cambiando los dientes temporales por los permanentes.
Otra vertiente de la situación es que las extracciones eran tristemente célebres cuando no existía la odontología desarrollada como hoy día. En aquellos momentos, esa era casi la única opción y era extrema. Se apelaba a ella para eliminar el dolor que acababa con el paciente, su sueño y que le desfiguraba la cara, producto de las inflamaciones y las infecciones. Afortunadamente, no sucede así en la actualidad.
Los odontólogos y la salud bucal
Con el desarrollo de la odontología han crecido los conocimientos y herramientas que permiten atender la dentición desde la infancia. No solo cuando hay problemas, sino en forma continua, para evitarlos antes de que siquiera aparezcan.
Hoy se tratan y se remedian situaciones con las que antes teníamos que convivir sin ninguna oportunidad de cambio. Y por esta razón el odontólogo es ahora uno de los amigos de nuestros hijos y nietos, no el enemigo que se presentaba en muchas de nuestras mentes.
Unos implantes dentales Madrid nos han beneficiado a todos al darnos la capacidad de recuperar dientes, muelas y sonrisas, confianza al sonreír o reír a carcajadas, y de aprovechar mejor nuestra alimentación, entre otros.
Nuestras bocas hoy están en buenas manos. Sin importar en qué situaciones estemos, los buenos profesionales dedicados a proveernos salud oral, han desplegado todas las armas que han conseguido para nuestro beneficio.